Por Abel Ceverio
Cuando uno toma la iniciativa de organizar un encuentro de buggies, en este caso junto con Hugo Gurini, se enfrenta a la posibilidad que resulte un fracaso si la convocatoria no es respondida. Solo la llama del espíritu bugguero puede avanzar con el proyecto sostenido por la premisa “no importa si somos dos, cinco o veinte, vamos igual”. Así fue entonces que, como estaba programado, arrancamos al mediodía con almuerzo en la parrilla de la plaza de Villa Elisa con una sobremesa extendida con animadas charlas fierreras. Luego fuimos al lugar del encuentro con la incógnita de cuántos seríamos y para las 17 h apenas había 4 Puelches más el Iguana; una pena ya que en La Plata hay más de veinte buggies solo de la marca Puelche en condiciones de mostrarse pero por diferentes razones no se acercaron.
Por suerte, tuvimos la visita de dos buggueros forasteros que se acercaron a Villa Elisa a rememorar aquellos locos años soñadores de los setenta y mostrar los detalles del buggy de cada uno o la consulta por piezas o repuestos difíciles de conseguir o contar anécdotas a bordo de los divertidos playeros. Coincidíamos en que era una pena que habiendo existido más de quince fabricantes de buggies en el país, hoy casi no se ven. Está claro que no es que se extinguieron sino que el principal problema es la falta de documentación que les permita circular y es una injusticia que no exista aunque sea un “permiso especial” municipal para moverse dentro de cada localidad o llevarlos sobre tráiler a exposiciones o encuentros. La nueva ley que permite la fabricación de autos en pequeña escala o inclusive un auto solo, es muy difícil de cumplir y de alto costo para poder darse el gusto, o sea, es como “una ley para pocos”.
Quiero agradecer especialmente a los que colaboraron para acercar las reliquias: Valeria Garbarini que, al volante de Gastón Ceverio, trajo el Puelche Serie 1 segunda generación que perteneció a Juancho Garbarini, el creador del Puelche que diseñó Luis Maria Gabriel Varela; a José Antonio Silvestre, que llevó un Serie 1 de los primeros, a Rodrigo Pasarin Sanz, que fue con un Serie 2, a Hugo Gurini, originario de la fábrica Puelche, que fue con su Serie 2 Hardtop, a Denis A. Mio, que vino desde Berazategui con su Burro Buggy, y a Martin Dolfier que desde José C.Paz se vino con un Brama alas de gaviota. Para acompañar los Puelche, llevé el Iguana, el hermano que no llegó a comercializarse.
Tal vez en otra oportunidad alguien pueda agrupar una veintena de buggies de muchas marcas para mostrarle a los centennials en qué nos movíamos los jóvenes de hace cincuenta años.