El Buggy Puelche festejó 50 años

El Buggy Puelche festejó 50 años

El fin de semana pasado, un grupo de propietarios de Puelche celebró el 50 aniversario de la presentación del primer buggy argentino.

El Buggy Puelche festejó 50 años. Hace exactamente medio siglo el primer ejemplar rodaba del taller de Garbarini Vehículos Especiales en Ringuelet, en las cercanías de la ciudad de La Plata. Juan Garbarini, dueño del emprendimiento, sonreía con satisfacción. El primero de los buggies argentinos sacudía la modorra de una industria automotriz aburguesada que desoía los gritos de una juventud descontracturada y rebelde que buscaba nuevas formas de movilizarse.

Cinco décadas más tarde, Abel Ceverio propuso hacer una juntada de Puelches para conmemorar el aniversario. La idea fue compartida en el grupo de “puelcheros” de whatsapp y enseguida se puso en marcha la organización. El lugar elegido resultó un descampado del Parque Pereyra Iraola, frente al arco de Villa Elisa. Un espacio abierto y amplio que cumplía con las condiciones de seguridad sanitaria que las circunstancias actuales exigen.

El Buggy Puelche festejó 50 años
Los buggy Puelche aportaron colorido en el parque.

La convocatoria fue estrictamente limitada al Puelche, pero sin importar el estado. La tarde del sábado 20 de febrero se presentó inmejorable. Con sol pleno, el verde del predio se fue cubriendo con la particular policromía del buggy platense. Andando, en tráiler o remolcados, los simpáticos recreativos fueron llegando para acomodarse en el extenso predio. En un clima de camaradería, cada propietario compartió sus historias, anécdotas y proyectos.

En total, lograron reunirse 11 unidades: 7 Puelches Serie 1, 3 Serie 2 y un auto muy especial: el  Iguana.

Participaron del encuentro los hijos de Garbarini, Valeria y Juan Manuel, y el nieto, Mauro Andreoli, quienes llevaron los dos buggy de “Juancho”. Desde Miami, vía whatsapp, Paola, la otra hija de Garbarini, enviaba indicaciones a sus hermanos. De los ex empleados de la fábrica participaron Hugo Gurini, Godofredo Cippollone, Osvaldo Abbatista y el propio Abel Ceverio.

Hipólito Sanzone, periodista del diario El Día, se acercó para cubrir el evento. Además, se sumaron integrantes del Club Vespa quienes pasaban con las motonetas por el lugar y sacaron fotos con un drone. Gente que paseaba por el lugar se detuvo y se acercó con curiosidad para ver de qué se trataba.

La Iguana volvió al ruedo

El momento más emotivo de la tarde se vivió cerca de las 18:30, cuando Abel Ceverio pudo destapar el Iguana, un vehículo recreativo con mecánica Renault que diseñó en los 70 y que Garbarini proyectaba producir en pequeñas series. En medio de emotivos aplausos, la original silueta apareció en medio de sus hermanos Puelche Serie 1 y Serie 2. El Iguana lucía impecable luego de un extenso y riguroso proceso de restauración.

El Buggy Puelche festejó 50 años
El momento más emotivo: Abel Ceverio (derecha) descubre al Iguana. Lo ayuda Nico Lafuente, hijo del anterior dueño del auto.

El público lo recibió con sorpresa y admiración. “Todos quedaron gratamente sorprendidos por el vehículo que no conocían y ponderaron la calidad de mano de obra y el cariño puesto en cada detalle. El auto estaba tal como fue presentado en 1973 a las autoridades de IKA-Renault, con el mismo color amarillo taxi, incluyendo como equipo de audio una radio AM solamente”, comentó orgulloso Abel.

Luego de la presentación del Iguana, los buggies se pusieron en marcha nuevamente para emprender la retirada. Sol, verde, amistad y el colorido de los Puelche. Una jornada inolvidable y emotiva.

Fotos: Fernando Gómez

El Buggy Puelche festejó 50 años
Puelche Serie 1.
El Buggy Puelche festejó 50 años
Puelche Serie 2 con techo duro.
El Buggy Puelche festejó 50 años
La postal del atardecer: Puelche Iguana.

2 comentarios en «El Buggy Puelche festejó 50 años»

  1. Tuve un Puelche que compré por partes a Garbarini y lo armé con la mecánica de un Renault Dauphine. Este vehículo «donante» lo compre a un famoso jugador de River, Carlos Peuchelle. El mismo había quedado por algunos años abandonado en Mar del Plata, a la intemperie. Finalmnte le acomodé los papeles, cosa que no fue nada fácil, a pesar de que el dueño del Renault vivía y firmó la transferencia.
    Lo pintamos de verde claro y la capota era blanca.
    Era el vehículo que usábamos para movernos, pero en el 74 nacieron nuestros mellizos y lo tuve que vender.
    No supe nada de él por años, hasta que un día me llamó un señor de La Plata, o Punta Lara, y me pidió que le firmara la transferencia.

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