Los amantes de los autos a escala tuvieron su fiesta en Expo CAD, la muestra de Coleccionistas Argentinos de Diecast que se realizó en el Club Imperio Juniors de Buenos Aires.
Fotos y texto: Freddy Pereyra
Gracias a un dato preciso, y a tiempo, pude hacerme de la información necesaria para acudir como visitante hobbysta, como padre que lleva a su hijo y, también, como cronista, a esta impresionante máquina del tiempo que se armó este domingo 8 de diciembre en el Club Imperio Juniors, en el barrio de Santa Rita.
Cincuenta mangos la entrada de adulto y gratis los pibes menores de doce. Demasiado poco pagué por volver a ser un pendex. Visitar ésta expo me expuso a mí también. No esperaba que, tras solo pasar la puerta, las décadas me golpearan hasta dejarme hablando solo.
Franco, mi hijo, es fanático de los trenes, pero solo de trenes, no de autos. Por suerte para él, y para mí, el centro de la cancha de básquet estaba ocupado por un megatendido de modelismo ferroviario que concentraba varios tipos de formaciones y tipologías del riel. Con eso conseguí los minutos necesarios como para rodar en forma autónoma por la muestra y dialogar con los expositores. Es que había de todo: camionetas Big Foot, máquinas viales y de construcción, camiones, pickups, TC en varias escalas, rodados, autos de películas, slots, maquetas en papel, “Inolvidables” de Salvat, y todos los coleccionables que inundaron nuestros kioscos a partir de 2017. Había dos salones enormes, la mencionada cancha de básquet y otra de fútbol. Típico club de barrio de los de antes (salvado de la especulación inmobiliaria allá por el año 2000, tal como acontece en la película Luna de Avellaneda), con piso de parquet y alguna que otra tablita floja. No se necesitaba más para evocar la propia infancia. Mayoría de tipos con panzas y/o calvas, algunos más apuestos lucían chapas plateadas encima de la terraza. Remeras de Star Wars y otras franquicias exitosas eran el atuendo más común. Mucha señora, alguna que otra abuela, y nietos correteando; los cuales no tenían más remedio que acompañar y embeberse de estos hobbys y pasiones argentinas. Calor afectivo y estival en una semana que comienza bochornosa. El techo parabólico de chapa asándonos a fuego lento, aseguraba que este ámbito se convertiría en el crisol generacional para forjar una pasión sólida y duradera. El secreto del acero de Conan llevado al coleccionismo. Somos fierreros los argentinos, y en estos lugares uno lo comprueba.
Calculaba unas dos horas de permanencia dada mi compañía perecedera. Franco, puntualmente, y tras haber visto con paciencia y poder de observación la maquetota ferroviaria desde todos los ángulos, comenzó a dar signos de embole. Era momento de apurar el paso y seguir disparando la Pentax. No podía convertir la visita en exclusiva para mí, así que el cronista sacó oficio, y volvió expeditiva la visita al padre. El entusiasta evocativo de su propia infancia hubiera preferido quedarse toda la tarde hasta el cierre, y además ayudar a los coleccionistas a embalar y cargar los coches hasta una próxima muestra, pero el domingo ya presentaba otros planes y tuvimos que regresar a casa.
Aun así, tuve tiempo de toparme con Sergio Hellion, un tipo que me sorprendió ya que es un artista que realiza maquetas basadas en la obra pictórica de Burda (Alejandro Burdisio), ese cordobés que nos ha regresado a los autos, camiones y colectivos argentinos, antes que las colecciones de los kioscos, y lo hace, además, recreando tecnologías antigravitatorias, poniendo todo dentro de una dimensión temporal retrofuturística. Dos capos que se admiran mutuamente. Pasé un rato agradable con este genio, e intercambiamos datos sobre nuestros gustos y conocimientos.
Me encontré también con otro increíble artista que tenía dioramas del automovilismo nacional e internacional, en escala 1:43. En su porción de mesa tenía a Juan María Traverso en varias de sus legendarias hazañas: sobre un Renault 18 de rally, con su Renault Fuego en llamas ganando en Río Negro, con su Chevy violeta tirando un cambio, y hasta con un Fiat Duna doblando una curva en Córdoba cuando en 1988 se hizo aquella presentación dual: pista-rally del sedán de SEVEL. Otros héroes del automovilismo tenían su diorama evocativo, congelando un vado o un remolino de tierra tras su paso veloz. La técnica y los materiales empleados por este artista son únicos.
Podría seguir y todos serían merecedores de un espacio y una entrevista, ya lo tendrán, ya que este ambiente está vivo y se realimenta. Hay muchísimo talento y ganas de hacer.
Me fui con ganas de desempolvar mis maquetas y crear mis propios dioramas. Lo hice varias veces para el cine publicitario hace muchos años y me pagaban muy bien por eso. Ahora hay que recrearlo solo por placer, y disfrutarlo. Menudo desafío para el cual estos tipos me han mostrado el camino.
¡Excelente crónica!
El germen fierrero está en esos «autitos de colección» que supimos conseguir.
Saludos.
Mauricio Uldane
Editor de Archivo de autos
Espectacular! No sabía que existía una cosa así, encima la entrada es regalada.
A ver si tengo la oportunidad de asistir cuando vuelva a la Argentina, mientras tanto a investigar si existe algo parecido acá en Lyon, Francia.
Saludos.